Un fenómeno preocupa al mundo: el calentamiento global y su efecto directo, el cambio climático, que ocupa buena parte de los esfuerzos de la comunidad científica internacional para estudiarlo y controlarlo, porque, afirman, pone en riesgo el futuro de la humanidad.
El clima siempre ha variado, el problema del cambio climático es que en el último siglo el ritmo de estas variaciones se ha acelerado de manera anómala, a tal grado que afecta ya la vida planetaria . Al buscar la causa de esta aceleración, algunos científicos encontraron que existe una relación directa entre el calentamiento global o cambio climático y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), provocado principalmente por las sociedades industrializadas.
¿Por qué preocupa tanto? Destacados científicos coinciden en que el incremento de la concentración de gases efecto invernadero en la atmósfera terrestre está provocando alteraciones en el clima. Coinciden también en que las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) han sido muy intensas a partir de la Revolución Industrial, momento a partir del cual la acción del hombre sobre la naturaleza se hizo intensa.
A medida que el planeta se calienta, los cascos polares se derriten, se eleva el nivel del mar, lo cual hará, en un plazo no muy lejano, que se inunden las tierras más bajas, y quizás desaparezcan países completos en el Pacífico y en Asia. Por otra parte, mientras el balance energético de la atmósfera cambia, habrá cambios drásticos en el clima mundial, ocasionando severas fluctuaciones en la temperatura y la pluviosidad, alterando significativamente las estaciones de cultivos agrícolas. Los desiertos tenderán a expandirse, las arenas del norte de África podrán invadir al Mediterráneo, así como podrán retornar las tormentas de polvo en el Medio Oeste norteamericano.
Para lastima del lector aquí no hay un final esperanzador. Si bien es cierto que han habido algunos avances por parte de la comunidad internacional, como el protocolo de Kyoto en cuanto a la reducción de emisiones de dióxido de carbono, no hay voluntad de cambio. La verdad es una sola y resulta incomoda: “La profunda improbabilidad de que los humanos dejen de lado su propio beneficio a favor de un bien mayor”.
Fuente.
J. Nebel y R.T. Wrigth: Ciencias Ambientales: Ecología y Desarrollo Sostenible. Madrid, Ed. Prentice Hall, 1999.
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