El petróleo pasó de costar u$s147 en julio a u$s40 el viernes pasado. Un desplome de más de 100 dólares en nada más que seis meses que trajo consecuencias a la economía argentina. Unos u$s1.500 millones menos de recaudación fiscal sólo de retenciones a las exportaciones de crudo y una cifra que puede ser más cara si el contagio a otras commodities como la soja se sigue profundizando. Con menos ganancias, las petroleras exploran menos y se acentúa la caída de producción y reservas de petróleo. Exportan menos, pero por la dilatada discusión de rentabilidad del negocio no mejora el suministro a las estaciones de servicio. La caja de las provincias petroleras se deteriora aún más porque cobran menos regalías. El socio bolivariano, Hugo Chávez, ya no tiene la billetera tan cargada para financiar al Gobierno ni el peso geopolítico de hace un tiempo atrás. Pero hay un medio vaso lleno de la situación. El Estado paga más barato el gasoil importado de Venezuela y el gas de Bolivia, atados ambos al valor del barril de crudo. Y, en una economía agrodependiente, caen algunos costos de producción, como el precio de los fertilizantes o el transporte. El final de la historia está abierto. Algunos especialistas pronostican un 20% más de baja del petróleo y otros apuestan a que para fines de 2009 se estabilizará entre 80 y 90 dólares. Como toda burbuja, se infla y se pincha con la misma rapidez. A comienzos de año, con China e India como grandes demandantes de toda la oferta mundial, muchos fondos de inversión apostaron por una suba ininterrumpida del crudo. Así fue que el valor del barril pasó de 70 dólares a u$s147 y no había un techo. En septiembre explotó la crisis financiera y, como siempre sucede, esos mismos que apostaban repentinamente por algo desarmaron sus posiciones en un segundo, y se protegieron en los bonos del Tesoro norteamericano y en el dólar. Con la mayoría del mundo en recesión o desaceleración económica, la demanda de combustible está por debajo de la oferta. El petróleo volvió al precio de hace unos años atrás y se llevó a la rastra a todas las commodities. En la Argentina, el negocio petrolero cambió a partir de la resolución 394 de fines del año pasado. El Ministerio de Planificación fijó un precio de referencia de u$s42 y u$s47 para la venta y la exportación del crudo pesado y liviano, respectivamente. Mientras el barril en el mundo costó por encima de esas cifras, el Gobierno se llevó toda la renta. En el pico de u$s147, los especialistas estimaban un ingreso anual para el fisco de u$s1.500 millones que hoy ya no están. La medida buscó recaudar más, y al quitarles el corazón del negocio a las petroleras, se las obligaba a abastecer mejor al mercado local. Las provincias petroleras pusieron el grito en el cielo porque esa mayor recaudación fue a la caja central y se perdieron de cobrar una cifra similar en concepto de más regalías. Se les prometió que si el valor del barril superaba los u$s90 el Gobierno iba a darles algún tipo de compensación. Nunca se materializó, y el desabastecimiento en las estaciones de servicio es una constante. “Van a cambiar muchas cosas en el mundo y en la Argentina”, dice Raúl Bertero, de la consultora Freire y Asociados. “La relación con Venezuela va a ser otra. Nos comprarán menos pero se ahorrarán los gastos y subsidios para importar su gasoil”, agrega. Según un cálculo de Fernando Navajas, de FIEL, a u$s120 el barril, el costo fiscal en la compra del combustible venezolano aumentaba en 800 millones de dólares. Para este año, se proyectó un gasto de u$s1.800 millones en la importación de gasoil. El especialista Carlos Pierro sale del impacto fiscalista y sostiene que la economía argentina puede ganar en competitividad. “Es bueno para el país, no somos un país petrolero. Lo único que se exportaba era el petróleo pesado, que acá no se consume”, afirma. Pierro destaca que con la baja del petróleo cayeron los precios de los fertilizantes y el costo del transporte, por lo que puede ser más conveniente el escenario para algunos productores agropecuarios. Sin embargo, otro punto negativo es que el crudo arrastró el precio de otras commodities claves para el país como la soja, el trigo y el maíz. La primera alerta la dio la recaudación fiscal de noviembre. El ingreso por las retenciones cayó 0,1% en relación con el mismo mes de 2007 y un 41,5% respecto de octubre. Nadie sabe a ciencia cierta cuánto valdrá el petróleo en 2009. Pierro apuesta por u$s80 el barril, con un consumo más estable. “La baja es circunstancial, los sustitutos al crudo vienen lentos y caros”, agrega.
A pesar de la baja internacional del crudo, los dueños de las estaciones de servicio reclaman otro aumento de precios en el surtidor. La mencionada resolución 394 ayudó a que los valores de las naftas no subieran tanto en pleno pico de la burbuja. El alza de precios fue de hasta 30 por ciento. Pero en este momento de baja mundial, las petroleras devuelven el guante y no quieren ceder ingresos. Aducen el alto componente impositivo de su producto. Por cada litro de nafta que se vende, las petroleras se quedan con el 46,2%, el fisco con el 45,4% y los estacioneros con el 8,4 por ciento. En EE.UU., las empresas se apropian del 86% y el fisco apenas un 11 por ciento. Con este esquema, es casi imposible una baja en el precio en las estaciones de servicio, que piden 6% de aumento en las naftas por los incrementos de sus costos. El milagro se produciría con una rebaja en la carga impositiva del combustible, que el Estado baje los precios de referencia de la resolución 394 o que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, vuelva a la carga como otras veces.
Fuente: Crítica Digital
1 comentarios:
MUY INTERESANTE ...ANTE ESTA SITUACIÓN HAY QUE IR PENSANDO EN COMBUSTIBLES ALTERNATIVOS COMO ES EL BIODIESEL QUE SE ELABORA A PARTIR DE CUALQUIER ACEITE VEGETAL.
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