Según los profesionales del Grupo Arcis, los comedores nocturnos son aquellas personas que después de un día difícil, recurren a la heladera en busca de una gratificación inmediata, como si aquello que fueran a comer pudiera ser la solución a lo que les pasó, les pasa o les va a pasar. Este mecanismo de búsqueda de una gratificación suele corresponderse con ciertos factores externos denominados "estresores", que se imponen como imperativos y de los cuales es difícil escapar, siendo lo único que fomentan insatisfacción, ansiedad, baja autoestima, desórdenes alimentarios y depresión, entre otros cuadros significativos. Una de las explicaciones posibles, según el equipo de psicólogos de Arcis, sería que muchas veces cuando baja la actividad del día, las personas se conectan más con sus emociones y sentimientos. La soledad, la incertidumbre, los temores, el hecho de tener que tomar decisiones importantes muchas veces se torna más amenazante por la noche. Y por otro lado, encontrarse solos, sin la mirada del otro que censura, es una invitación al descontrol. Estos son episodios que sobrepasan la necesidad natural que demanda el hambre real, y se encuentran ligados a situaciones emocionales que abruman, produciendo angustia, ansiedad o enojo. La clave está en nuestro psiquismo, que tiene un límite de estrés y tolerancia ante los desafíos diarios, por lo que todo lo que sobrepasa este límite debe manifestarse de alguna forma: la reacción frente a la comida es una señal de alarma y una oportunidad para repensar nuestra calidad de vida. Lo que el equipo de profesionales de Arcis propone es un trabajo interdisciplinario en el que se tengan en cuenta los aspectos individuales, nutricionales y psicológicos de las personas que padecen diariamente esta dificultad.
Fuente: BBC
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