
Esto es inherente a nuestra condición humana, y diversos estudios han demostrado la importancia que los entornos naturales suponen para nuestra calidad de vida. Hace un tiempo se demostraba que los pacientes de hospital que tenían vistas a árboles desde sus ventanas se recuperaban más rápido que los que no las tenían, y también que en ambientes domésticos la violencia está limitada cuando pueden verse paisajes naturales por las ventanas.
Desde la Universidad de Michigan se apoyan estas conclusiones gracias a un nuevo estudio liderado por Marc Berman, quien ha descubierto que las ciudades deterioran nuestra salud mental al limitar las funcionalidades de nuestros cerebros.
Sólo al estar en un medio ambiente urbano el cerebro pierde capacidad de retención de la memoria, y además sufre de un auto control reducido. La vida en la ciudad nos puede hacer perder el control de nuestras emociones, ya que las ciudades nos pueden llevar a tener mayores niveles de agresión debido al constante ruido y a la falta de quietud.
El campo es hermoso, y la paz que encontramos allí es incomparable. Sin embargo, la decisión sobre cuál es el mejor lugar para vivir, queda a criterio de cada uno.
Fuente: Universidad de Michigan
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