
En concreto, los sujetos resistían el dolor durante 40 segundos más lanzando improperios que si decían palabras no ofensivas, como describir el aspecto de una mesa. Además, la intensidad del dolor percibido también se reducía con los tacos (hipoalgesia).
“Parece que existe una razón para el desarrollo de estas palabras en todos los idiomas”, concluye Stephens tras el experimento, cuyos detalles se publican en la revista especializada NeuroReport.
Fuente:NeuroReport
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